Daniel Arroyo: “Entre tres y cuatro millones de argentinos se quedaron sin ingresos”

El ministro de Desarrollo Social de la Nación dijo que hay sectores que nunca habían caído en la pobreza y hoy “están en una situación complicada”

El ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, trazó un duro diagnóstico sobre la situación social generada por el avance de la pandemia del coronavirus en el país y sostuvo que existen sectores que nunca habían caído en la pobreza y que hoy “están en una situación complicada”.
En una entrevista concedida a medios el interior bonaerense de la que participó Agencia DIB, el funcionario habló sobre los desafíos actuales en el marco del coronavirus y los que traerá la postpandemia e indicó que actualmente 11 millones de personas reciben asistencia alimentaria.
En el actual contexto social ¿cuál es el nivel de pobreza en Argentina?
Previo a la pandemia la Argentina tenía 40% de pobreza general, 50% de pobreza en los niños y 40% de trabajo informal. Está claro que ha aumentado la pobreza en este tiempo de pandemia, ha aumentado la desocupación y ha aumentado la informalidad laboral. 
Es difícil tener un número: para medir la pobreza hacen falta 13 mil casos. El Indec mide dos veces al año, midió al 31 de diciembre y al 30 de junio. En el medio algunos estudios informan algunos números: nosotros los seguimos, pero es muy difícil en un contexto de pandemia medir y tener la certeza del nivel de pobreza. Lo que es evidente es que está aumentando.
¿Han caído en la pobreza sectores que nunca antes habían estado en esa situación?
Hay cinco realidades sociales distintas: la pobreza estructural (el que ya recibía asistencia alimentaria antes de la pandemia); la gente que hace changas, que muy eventualmente iba al comedor; un sector que es el informal integrado (el taxista y el mozo que en los primeros 15 días se comió los ahorros y hoy reclama asistencia alimentaria); un sector llamativo pero importante, que es el que tiene trabajo formal y aún así no le alcanza; y quinto sector que engloba a pequeños comerciantes, Pymes, profesionales, que no califica para el IFE, que no le sirve un crédito porque no está vendiendo y está en una situación complicada. 
En esa situación ¿qué asistencia brinda el Estado?
Hoy la política social es 90% asistencia alimentaria y 10%  trabajo. Hemos girado a la asistencia alimentaria en el marco de la pandemia: pasamos de ocho millones de personas que recibían asistencia alimentaria a 11 millones. 
La política postpandemia tiene tres ejes: uno es potenciar trabajo, que es en esencia la reconstrucción del trabajo con cinco sectores productivos clave.; otro es la renta básica universal y el tercero es la urbanización de barrios populares.
En términos generales hoy tenemos 9 millones de argentinos que cobran el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), 580 mil personas que cobran planes sociales, 4,5 millones de chicos cuyos padres cobran la Asignación Universal por Hijo (AUH). Esa es en esencia la asistencia al sector informal. No estoy contemplando acá lo que se llama el ATP, el pago de salarios al sector privado porque forma parte del sector formal.
¿Cómo se va a instrumentar el Ingreso Universal?
La idea que está en debate es que la renta básica universal surja de la reconversión de ese proceso. En principio tenemos entre tres y cuatro millones de argentinos que se han quedado sin ingresos: porque hacían changas y se quedaron sin trabajo, porque era un jardinero que tenía 10 casas y cuando se abre la actividad económica recupera 5, una empleada doméstica que trabaja un número de horas que se le achicó y es difícil que lo vuelva a recuperar… 
En ese contexto lo que planteamos es una renta para los sectores a los que le ha caído mucho el ingreso. Una renta básica que los vincule con el trabajo, que sea la base para estudiar, capacitarse, prepararse en oficios y para trabajar. Es un debate fiscal importante, pero la verdad es que el Estado está haciendo hoy un esfuerzo fiscal significativo con el IFE. 
¿Cómo se recuperan los ingresos y el trabajo en esta circunstancia?
Nosotros pusimos en marcha el plan Potenciar Trabajo, que parte de la base de que hay cinco sectores productivos que generan más mano de obra intensiva: la infraestructura básica, la producción de alimentos, el textil, la economía del cuidado (las personas que cuidan a otras) y el reciclado. 
En ese plano, el plan Potenciar Trabajo lo que hace es potenciar la economía social (armar cooperativas y fortalecer las que ya están) y tomar de base el plan social. Si lo contrata el municipio o el sector privado, le completan el ingreso. El plan es la mitad del salario mínimo. 
Hay sectores que en la emergencia están demandando mayor rapidez en la ayuda del Estado.
Está claro que tenemos que acelerar. El Estado está llegando a 11 millones de argentinos, de cinco maneras: entrega alimentos de manera directa; transferencia de fondos a provincias y municipios; a través de la tarjeta alimentaria, que llega a 1,5 millón de familias; con transferencias hacia los comedores; y los comedores escolares. 

Al 30 de junio ejecutamos el 120% del presupuesto que tenía para todo el año. Esto tiene que ver con esencia con la crisis. Si vamos a empezar por los que menos tienen, es objetivo que lo estamos haciendo.
Se anunció un plan de urbanización de barrios. ¿Qué pasará en las ciudades del interior?
El Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap) indica que hay cuatro mil barrios populares donde viven cuatro millones de argentinos. En esencia son los barrios donde hay hacinamiento y falta agua y otros servicios básicos. Junto con eso hay muchos que no están en el registro, pero que son núcleos habitacionales con muchas dificultades que requieren de mejores condiciones.
En concreto vamos a llevar adelante tres líneas: una es la urbanización de esos cuatro mil barrios, que es un proceso a 10 años. Segundo, identificar lo que es mejoramiento de viviendas, que tiene que ver mucho de la problemática del hacinamiento y la falta de una pieza más. Y tercero atender la infraestructura básica. Que es el concepto de hábitat, el mejoramiento del espacio público y del asfalto. 
Luego de que se denunciaran compras con sobreprecios se estableció un tope, pero eso generó que muchas licitaciones quedaran desiertas. ¿Se logró normalizar?
El sistema de compras de alimentos tiene tres cambios respecto del histórico de 20 años. Uno es el sistema de precios máximos. Cuando se convoca a una licitación la Secretaría de Comercio fija los precios máximos, de modo tal que no hay debate: si alguien se presenta a licitación y propone precios por encima de eso el sistema lo excluye automáticamente.
Esto hace que efectivamente en algunos productos consigamos el 100%, en otros no, pero tiene que ver con el sistema. 
Hoy la medición de la pobreza es monetaria, pero hay sectores que plantean otras metodologías más complejas. ¿Debe cambiar esto?
Hay tres formas de medir pobreza: una es las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que mide infraestructura, las condiciones mínimas de infraestructura. Hay una segunda forma de medir que es la que tiene la Argentina que es medir ingresos. Y hay una tercera, que es mejor, que es la que se llama la pobreza multidimensional: que en esencia mide calidad educativa, servicios de salud, implica varias cosas más. 
Me parece que en este contexto de caída de ingresos, la forma de medir de Argentina que es la pobreza monetaria marca una situación bien real porque hay mucha caída en la pobreza por falta de ingresos. Para adelante, el mejor modo de medir claramente es la pobreza multidimensional. Mi opinión es que debería coexistir los dos sistemas. (DIB) JG